Cómo manejar conversaciones difíciles con gracia

Sin duda vivimos en un mundo dividido. Nos separan aspectos como la nacionalidad, la política, la religión, entre otros. Cuando nos reunimos con familiares o amigos, pueden surgir temas difíciles. Por desgracia, algunas personas optan por cortar relaciones con quienes no comparten su opinión. Otras insisten en imponer su punto de vista a toda costa.

Ninguna de estas actitudes es realmente productiva ni refleja un espíritu cristiano.

Una de las cosas que Jesús hacía muy bien era escuchar a las personas. Él poseía la Verdad absoluta —de hecho, Él es la Verdad absoluta—, pero nunca menospreció la experiencia de los demás. Interactuó con fariseos, saduceos y otros que no estaban de acuerdo con Él. Trató de hacerles ver que lo que decía era la Verdad, pero ellos se negaron a escuchar. Conforme discutían, Él no se distanció de ellos ni dejó de amarlos. En lugar de eso, combinó su enseñanza con sus acciones al ir a la cruz. Incluso perdonó a quienes lo mataron, tanto romanos como judíos.

¿Cómo podemos manejar conversaciones difíciles en nuestra vida?

Al igual que Jesús, debemos escuchar. Podemos respetar las experiencias de los demás, aunque no recibamos el mismo respeto.

Lo más importante es que debemos amar. Esto implica decir la verdad tal como la conocemos, pero con gentileza. Si alguien rechaza la verdad tal como la conocemos, como sucedió con muchos en los días de Jesús, podemos responder con amor y no con rencor.

Cortar relaciones con las personas o gritarles no es lo que Jesús hacía. Debemos escuchar y amar, y también aceptar que otros pueden rechazar la verdad de Cristo. Además, debemos estar abiertos a aprender de los demás. La verdad puede no ser exactamente como la entendemos y debemos estar dispuestos a adaptarnos.

Aunque podamos no estar de acuerdo con otros en ciertos temas, seguramente habrá áreas en las que coincidamos. Cuando aceptamos estar en desacuerdo, podemos avanzar hacia otros temas que nos acerquen.

Por encima de todo, debemos amarnos unos a otros con el amor de Jesús. Ese es el ejemplo que Él nos dio y el que quiere que sigamos.