Al servicio de Dios, la Iglesia y la sociedad — una actualización del Hno. Daniel

Por: Hno. Daniel, OFM

Hola, queridos benefactores de los Asociados de la Misión Franciscana. Mi nombre es Hno. Daniel y soy un fraile franciscano en formación. Soy originario de la República Dominicana, tengo 25 años y actualmente soy estudiante de Teología. Me gustaría compartir con ustedes un poco de mi vida y cómo, gracias a su ayuda, se me ha dado la oportunidad de continuar con mis estudios al servicio de Dios, de la Iglesia y de la sociedad.

Viví una infancia tranquila con mi padre, mi madre y mis dos hermanas en un pueblo llamado Sabana Yegua, en Azua, al sur de la República Dominicana. Mi padre era secretario en el tribunal de justicia local y mi madre, aunque estudió enfermería, se dedicó al cuidado de todos nosotros en casa.

Creo que el ambiente familiar de mi hogar me dio la profunda convicción de que compartir la vida con los demás es un gran valor. Dos cosas que me atrajeron a la vida franciscana fueron estar con Dios, lo cual se expresa en la vida fraterna, y esa misma vida fraterna vivida al servicio de los pobres y marginados del mundo.

Br, Daniel is shown helping at our AGAPE mission in El Salvador. He and the late Fr. Jack load boxes of supplies into a local man’s truck.

Durante mis años de formación, he tenido la oportunidad tangible de ver cómo mi Provincia Franciscana de la Inmaculada Concepción expresa su entrega a Dios a través del servicio a las personas que caminan en la fe dentro de nuestras parroquias.

Una vez escuché esta frase: “Para ayudar a otros no hay que darles el pescado, sino darles la caña y enseñarles a pescar.” Eso es precisamente lo que he podido ver en los lugares de nuestras misiones en Centroamérica, cómo tantas vidas son impactadas para bien, enseñándoles a “pescar”.

Las vidas cambian para mejor cuando los hermanos franciscanos enseñan, acompañan a los enfermos, a los ancianos, a los niños y a los jóvenes, etc.

La influencia de Dios, la Virgen y los frailes mayores

Tres influencias durante mis años de formación han sido el pilar de mi vocación. La primera es mi relación con Dios, a través de la oración y la vida fraterna.

Una segunda ha sido el papel de la Santísima Virgen María, por quien tenemos una devoción muy fuerte en mi país, invocándola como Nuestra Señora de la Altagracia, patrona nacional.

La tercera gran influencia en mi vida ha sido el testimonio de muchos frailes mayores que he encontrado a lo largo de mi camino espiritual, especialmente aquellos que he conocido en las misiones en Centroamérica, quienes con sus vidas dedicadas al Reino de Dios me han edificado.

Dar gracias por la oportunidad de servir

Al principio, una de las cosas más difíciles de esta vida fue estar lejos de casa y salir de mi zona de confort—no es algo fácil de hacer. Pero, al mismo tiempo, ha sido una gracia porque he aprendido mucho a nivel personal, intelectual y espiritual.

El apoyo que recibimos de FMA y de sus benefactores asegura que jóvenes como yo podamos recibir una formación integral, tanto teológica como humana, para poder servir a Dios y a su pueblo. Podemos seguir esforzándonos por servirle a Él, a la Iglesia y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Quisiera agradecerles por su apoyo e invocar la bendición de Dios sobre ustedes y sobre todo lo que emprendan. Que Él bendiga a sus familias y los colme de su gracia. Asimismo, que sepan que oramos por ustedes y los tenemos presentes en nuestras intenciones.

Servir es parte de nuestra esencia y, al mismo tiempo, una respuesta al llamado de Dios. Servir significa poder expresar al mundo el amor que Dios ha tenido por mí y que he experimentado a lo largo de mi vida. Eso llena mi vida de alegría

Me gustaría cerrar compartiendo una cita bíblica con la esperanza de que Dios les sea propicio, les dé una esperanza firme, vuelva su mirada hacia ustedes y les conceda la paz:

«Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.» ~ Jeremías 29:11

Puedes conocer más sobre el llamado del Hno. Daniel leyendo su Historia de Formación: “Un constante regreso a Cristo: mi historia de formación”.


Acerca de la formación

Los sacerdotes y hermanos franciscanos siguen los pasos del Señor Jesús y de San Francisco y aceptan el don de la pobreza como una forma de vida. No poseen nada, pero aun así comparten por igual como hermanos todo lo que Dios provee a través de su generosidad.