Si aceptamos a Dios como creador, entonces nosotros y todo lo que nos rodea debemos ser llamados criaturas – aquello que ha sido creado. Todo, desde los objetos inanimados hasta las plantas, los animales y nosotros los seres humanos, debe su existencia a Dios Creador.
¿Qué significa ser criatura; qué implica nuestra condición de criaturas?
Ante todo, nos exige reconocer que existe un Poder más grande que nosotros mismos. Como no nos hemos creado a nosotros mismos, ni podemos hacerlo, algo más poderoso debe ser responsable de nuestra existencia. Este reconocimiento es fundamental para la virtud de la humildad, que exploraremos en las próximas semanas.
Aunque los seres humanos somos criaturas como todo lo demás en el mundo, tenemos una distinción. El Libro del Génesis nos dice que fuimos creados “a imagen y semejanza” de Dios. Nada más en el universo puede afirmar eso.
Durante siglos, los teólogos han debatido lo que esto significa, y entre las explicaciones está que somos capaces de razonar como Dios y de ejercer el libre albedrío. Podemos elegir cómo actuar y qué perseguir – pero, como criaturas, también somos responsables ante el Creador de lo que hacemos y de las decisiones que tomamos. Dios nos pide que ejercitemos la humildad al actuar en el mundo.
Esta semana, reflexionemos sobre la responsabilidad que tenemos de ejercitar la humildad como parte de nuestra condición de criaturas.










