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La humildad de Dios - Franciscan Mission Associates (FMA)
Humildad

La humildad de Dios

“La humildad de Dios” puede sonar un poco extraña. Si la humildad significa conocernos a nosotros mismos como Dios nos conoce, ¿cómo puede Dios ser humilde? La respuesta es que Dios sí se conoce a sí mismo, y ese conocimiento incluye un entendimiento profundo y total de la naturaleza humana, ya que la naturaleza humana refleja la imagen de Dios.

La humildad de Dios se manifiesta especialmente en dos cosas. Primero, en la creación del mundo, especialmente del ser humano. En sí mismo, Dios es completo: como Trinidad de Personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios es una comunidad de amor. No necesitaba crear nada el universo no añade nada a la grandeza de Dios. Lo hizo puramente por amor.

Dios quiso crear un mundo, y particularmente al ser humano, para compartir el amor de la Trinidad con otros seres. Y como fuimos creados a imagen de Dios, también podemos compartir ese amor con los demás.

El segundo ejemplo de la humildad de Dios es que dio al ser humano el libre albedrío. Desde el principio, Dios le da a la humanidad (a Adán y Eva) la opción de seguir sus mandamientos o rechazarlos. Por maravilloso que sea este don, también es la causa de todo mal. Cuando nuestros primeros padres eligieron desobedecer a Dios, el universo entero se vio afectado. Aun así, Dios fue lo suficientemente humilde como para darle a la humanidad la capacidad de elegir.

Un niño pequeño una vez le preguntó a un sacerdote por qué, si Dios sabía que Adán y Eva pecarían (lo cual sabía, porque Él lo sabe todo), permitió que ocurriera. El sacerdote buscó una respuesta que fuera comprensible para un niño de seis años y finalmente (inspirado por el Espíritu Santo) respondió: “Porque para Dios es más importante que seamos libres a que seamos obedientes”. Verás, Dios podría habernos creado como robots que siempre cumplieran su voluntad, pero sin libertad no puede haber amor. El amor debe ser una elección de la voluntad, o no es amor. Por supuesto, a Dios le gustaría que fuésemos tanto libres como obedientes, pero su humildad le permitió darnos la libertad de elegir amarlo o no.

Esta semana, reflexionemos sobre la humildad de Dios al crearnos y al ofrecernos el don del libre albedrío.